TÍTULO DESCATALOGADO
El libro que el lector tiene entre las manos, Las distancias imposibles, es un compendio de poemas en los que el autor pone sobre la mesa las cartas del juego de la existencia, que nos permiten descubrir cuán cerca estamos unos de otros en esta sociedad marcada por veloces tecnologías que permiten una comunicación inmediata entre los hombres, pero que tan lejos en realidad nos sitúan de la auténtica relación entre personas adultas y civilizadas, porque no hay mayor lejanía que la falsa sensación de proximidad, de la compañía fingida, de la soledad que nos fustiga mientras caminamos por el mundo y a la que maquillamos con los afeites de la mentira para no revelar lo solitarios que andamos por el sendero de nuestras vidas.
El autor alza su voz para poner en evidencia el degenerar de una civilización donde lo único que parece importar es el dinero, lo material, el tener y no el ser.
Pedro Antonio Bajatierra Rojas (Toledo, 1964). Se licenció en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid en 1987. En los años 90 del pasado siglo, ejerció como juez sustituto en los Juzgados de Primera Instancia e Instrucción de Torrijos (Toledo) y como fiscal sustituto en la Fiscalía de la Audiencia Provincial de Toledo.
En el año 2003, ganó la oposición al cuerpo superior jurídico de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, donde trabaja en la actualidad.
Vive en Toledo, en el casco histórico de la ciudad; está casado y tiene dos hijas, que, para él, son la única verdad incontestable de su vida.
Toledo ha sido, es y será una fuente eterna de inspiración para su poesía, pues, en su arcaico caparazón de prehistórico animal lítico varado en un espacio de tiempo ajeno a las leyes de la arqueología y de la ciencia, ha hallado los elementos indispensables de la creación poética: soledad y silencio en un entorno de paz y belleza.
Como él mismo expresa: «Y nada más voy a deciros de mí mismo; lo demás lo hallaréis en mis poemas, pues es este el único género literario donde un hombre, aunque quiera, no puede ocultar lo que es. Y si lo hace o lo intenta, no dudéis en calificarlo de impostor».
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